La iniciativa, que bien podría ser la primera de su tipo en el mundo en cuanto a autoelogio institucional, propone premiar a aquellos legisladores que hayan impulsado declaraciones de interés cultural, social, educativo o científico. En otras palabras, se trata de una propuesta para aplaudir a los diputados por, precisamente, hacer lo que están obligados a hacer. Un verdadero hito en la historia de la burocracia.
Según las palabras de la diputada Gómez, estos proyectos "reflejan el compromiso" de los legisladores con la comunidad, y su reconocimiento es un "gesto de justicia y gratitud". Al parecer, la recompensa de un sueldo, un cargo de poder y la oportunidad de servir a la sociedad no son suficientes. Ahora, además de eso, se requiere un aplauso formal.
Queda por ver qué tipo de reconocimiento se auto otorgaran estos campeones de la declaración de interés que solo durante el 2025 presentaron 169 proyectos de este tipo. ¿Un certificado enmarcado? ¿Una medalla con la leyenda "Hice mi trabajo y estoy orgulloso de ello"? O quizás, una declaración de interés declarando que los proyectos de declaración de interés son de interés para la provincia. La paradoja parece no tener límites.
Sin duda este proyecto nos recuerda que, a veces, la gratitud no es suficiente. Hay que dejarla por escrito y votarla. Después de todo, el esfuerzo de sentarse en una silla, escribir un texto y presentarlo merece, ser inmortalizado en un acto formal de reconocimiento. No sea que la historia olvide a estos héroes de la legislación.
