El informe difundido revela un panorama alarmante: “Solo el 27% de las listas competitivas a nivel nacional están encabezadas por mujeres, con un promedio general que apenas alcanza el 31.3%”. Esta situación, sumada a la pérdida proyectada de entre 3 y 4 senadoras, “pone en jaque la calidad de la democracia argentina”, advierten y destacan que provincias como Neuquén y Río Negro marcan una diferencia positiva, pero el panorama general indica que el Congreso podría retroceder en la representación femenina.
Hoy, la Cámara de Diputados cuenta con un 42.8% de legisladoras, una cifra que costó décadas de lucha para ser conquistada. Sin embargo, la Secretaría de la Mujer advierte que, pese a la Ley de Paridad sancionada en 2017, los partidos políticos encuentran márgenes para limitar la participación femenina en los lugares expectables de las boletas.
“El encabezamiento de listas no es un detalle menor. En términos materiales, define cuántas bancas se ocupan. En distritos chicos, si encabezan varones, es muy probable que solo resulten electos varones. Así, la paridad formal se convierte en desigualdad real” aseguraron.
Además, señalan, “en términos simbólicos, define representación y visibilidad”. “Quien va primero en una lista es la cara pública, conduce la campaña y se convierte en referente. Entonces, también se impide que las mujeres sean vistas como líderes principales. Por otro lado, el retroceso se mide en la capacidad de disputar poder político. Menos mujeres encabezando listas implica menos oportunidades de visibilizar sus agendas”.
Un problema de calidad democrática, no de mérito
El organismo destaca que el problema no es que las mujeres estén menos preparadas, sino que el sistema político no se organiza únicamente en torno al mérito, sino también a redes de poder y sesgos históricos. "La ley de paridad no dice que acceda cualquiera solo por ser mujer, sino que garantiza igualdad de condiciones para competir", subraya el informe.
Para la Secretaría de la Mujer, la tarea por delante es doble. Por un lado, se debe exigir a los partidos políticos que cumplan con el espíritu de la paridad, no solo con la letra fría de la ley, garantizando el acceso a los liderazgos. Por otro lado, es fundamental reforzar la participación ciudadana, entendiendo que "cuando se reduce la presencia de mujeres en el Congreso, se empobrece el debate y se pierden agendas fundamentales para el desarrollo".
Defender la paridad, concluye el informe, no es una causa sectorial, sino una causa democrática.
