Esta transformación no puede leerse como un simple ajuste técnico. Es una decisión política que apunta a fortalecer la transparencia, reducir las desigualdades entre fuerzas políticas, y recuperar la confianza ciudadana en un sistema electoral que muestra algunos signos de desgaste, sin que por ello desacreditemos el anterior sistema, sino que se trata también de una etapa evolutiva.
Un cambio que ya funciona
La Boleta Única de Papel ya es una realidad en otras provincias argentinas. Santa Fe y Córdoba, pioneras en su implementación, han demostrado que este sistema mejora la organización de los comicios, reduce el margen de error, evita prácticas como el robo de boletas, el clientelismo, el voto cadena o la multiplicidad de fiscales por partido. Más recientemente, Mendoza adoptó este formato en las elecciones de 2023, y logró no solo mayor agilidad en el escrutinio, sino también una percepción más positiva de la jornada electoral por parte de la ciudadanía.
En el plano internacional, países como Alemania y Colombia utilizan boletas únicas para garantizar mayor equidad y claridad en la oferta electoral. En estos contextos, el sistema ha contribuido a fortalecer democracias con mayor madurez institucional, haciendo que el acto de votar sea más accesible y menos propenso a irregularidades.
El contexto jujeño: desconfianza, fragmentación y oportunidad
En Jujuy, la necesidad de este cambio se vuelve aún más evidente. Donde los procesos electorales muchas veces están marcados por la fragmentación partidaria y el uso de colectoras, lo que termina confundiendo al electorado. En una provincia donde el ausentismo electoral viene creciendo sería conveniente simplificarle el modo de votación a la ciudadanía, por supuesto que con una campaña fuerte de formación y apropiación ciudadana del nuevo sistema. Ello puede resultar conveniente para sostener la necesidad de modernizar el sistema no siendo ya una opción, sino una responsabilidad institucional.
La Boleta Única de Papel permitiría simplificar la experiencia electoral, evitando los cuartos oscuros repletos de boletas, el uso discrecional de recursos partidarios y las maniobras que distorsionan la voluntad popular. Una sola hoja, con toda la oferta electoral, en las mismas condiciones para todos. Sin trampas ni privilegios.
Los partidos políticos, primeros responsables
La reforma no es solo una cuestión de diseño institucional. Los partidos políticos deben ser los primeros interesados y comprometidos con este proceso. No pueden seguir naturalizando las reglas de un sistema que perjudica a los partidos pequeños, desalienta la participación y debilita la representación.
Asumir esta transformación implica un esfuerzo pedagógico: informar, capacitar, explicar. Porque no hay transparencia sin reglas claras, ni participación sin comprensión del proceso. Los partidos deben pasar de ser meros administradores de estructuras electorales a ser verdaderos educadores cívicos. Esa será también una forma de reconciliarse con una ciudadanía cada vez más escéptica.
Más democracia, no menos
La Boleta Única de Papel es una herramienta técnica, sí, pero también un símbolo político potente. Representa una forma más transparente, igualitaria y moderna de elegir. No excluye: invita. No genera confusión: ordena. No favorece a unos pocos: iguala las condiciones.
Actualizar el sistema electoral es reconstruir confianza desde el acto más simple: el de elegir con claridad y en libertad. En tiempos donde el descreimiento gana terreno, donde votar ya no entusiasma como antes, esta reforma puede ser un punto de inflexión.
Jujuy tiene hoy la oportunidad de estar a la altura de las mejores prácticas democráticas del país y de la región. Aprovecharla depende de una decisión política. Y esa decisión no puede seguir esperando.