La economía como talón de Aquiles
El contexto económico tampoco acompaña. La inflación sigue lejos de un dígito, la recesión golpea al consumo y un altísimo porcentaje de la ciudadanía ya no llega a fin de mes. Las metas prometidas se diluyen en el malhumor social y, en ese marco, octubre no parece un buen mes para disputar poder. Si la economía no muestra señales de recuperación, muchos gobernadores preferirán marcar distancia antes que ser socios de un gobierno que empieza a mostrar signos de desgaste prematuro.
La foto de Milei con Donald Trump generó, además, una lectura política y simbólica: la dependencia del capital externo y la idea de que la suerte del gobierno argentino quedaría condicionada a los resultados electorales de octubre. Que un gobierno extranjero sugiera de modo explícito cómo deben votar los argentinos no cae bien, en absoluto, y puede interpretarse como una intromisión directa en la soberanía política.
El costo del aislamiento
En el plano político, el oficialismo muestra falta de oficio. La tensión con los gobernadores, la pérdida del control de la agenda y la ausencia de diálogo con otros bloques legislativos están conduciendo al gobierno hacia un aislamiento autoinfligido. Y en política, el aislamiento es sinónimo de debilidad. Gobernar exige construir puentes, negociar, articular intereses. Sin esos mecanismos, el poder se erosiona más rápido de lo que se conquista.
El estilo confrontativo que fue funcional en la campaña de 2023 hoy produce cansancio y ruido. El electorado empieza a desconectarse de la épica de la bronca y demanda resultados concretos. La emoción que antes canalizaba el desasosiego social ya no alcanza para sostener legitimidad.
¿Sanador o depredador?
Vale hacerse una pregunta clave: ¿sirvió el discurso anti político? ¿O empieza a perder sentido cuando quien lo encarna ya forma parte del sistema que decía combatir?
El sociólogo y ensayista Giuliano Da Empoli plantea un interrogante certero sobre Milei: ¿es un sanador de la política o un depredador? La respuesta, quizás, empiece a definirse a partir del 26 de octubre.
Tres posibles caminos
El día después de las elecciones abrirá escenarios muy distintos para el gobierno nacional:
- Seguir solos en la gestión, sin los tercios legislativos necesarios para avanzar.
- Reconstruir alianzas con gobernadores, intentando blindarse políticamente y sostener vetos y decretos y evitar un eventual juicio político.
- Tender puentes con sectores del peronismo, en busca de gobernabilidad y cierta estabilidad institucional.
Cada alternativa implicará resignificar la promesa de cambio que lo llevó al poder. Porque las elecciones no se ganan solo por deseo o discurso, las elecciones se ganan porque uno puede, no porque uno quiere.

