La interna del Partido Justicialista en Jujuy volvió a postergarse. La elección prevista para el 16 de noviembre de 2025 fue reprogramada para el 15 de febrero de 2026, coincidiendo con el feriado nacional de carnaval, una fecha profundamente simbólica para la cultura jujeña. La decisión, tomada por la intervención nacional del PJ, generó malestar entre la militancia, que denuncia falta de consulta y sospecha que el cambio busca ganar tiempo para cerrar acuerdos entre dirigentes sin pasar por las urnas.

Una fecha en la que metió la cola el diablo

El pedido de postergación fue impulsado por la lista “Generación Valiente”, encabezada por Carolina Moisés, y contó con el aval de “Primero La Patria”. Ambas fuerzas justificaron la medida como necesaria para garantizar una mejor organización y participación, en un contexto marcado por la derrota electoral del 26 de octubre, donde el peronismo jujeño perdió la banca legislativa que históricamente ocupaba desde el retorno democrático.

Sin embargo, referentes territoriales cuestionaron duramente la nueva fecha. “Es una falta de respeto a la idiosincrasia de nuestro pueblo, que la dirigencia porteña no conoce. Esto es para evitar la interna y cerrar un acuerdo por arriba”, señalaron. La elección en carnaval, lejos de apaciguar el clima poselectoral, profundizó el enojo de las bases.

Un clima surreal

En un giro inesperado, el sector liderado por Rubén Rivarola —intervenido por haber apoyado la Reforma Constitucional, a pedido de Moisés— aparece ahora como aliado de la senadora nacional en su disputa contra las aspiraciones de conducción de Chaher y La Campora. Tras las elecciones, el espacio de Rivarola, Primero Jujuy Avanza, se mostró conforme con su desempeño y salió rápidamente a exigir internas. En paralelo, Moisés agitó en redes sociales y grupos de WhatsApp la posibilidad de expulsiones partidarias, generando un clima que muchos describen como “surrealista”.

La postergación de las elecciones internas fue leída como una maniobra para dilatar indefinidamente definiciones. Para quienes conocen los códigos del peronismo, el mensaje es claro: la intervención nacional, dueña de la lapicera, que ya impuso candidaturas sin abrir el juego, podría extenderse aún más. El temor es que, en una eventual interna, todos los sectores no alineados con el kirchnerismo confluyan detrás de Moisés como una suerte de “Caballo de Troya”.

¿Mesa política o mesa de arena?

Otra de las resoluciones propone la creación de una Mesa de Diálogo entre los sectores enfrentados, aunque su funcionamiento dependerá de la voluntad de las partes. También se aclaró que no hay sanciones ni procedimientos disciplinarios en curso, pese a que, como se señalo anteriormente, desde el sector de Moisés se agitó el fantasma de expulsiones para presionar una resolución nacional.

En este marco, la posibilidad de articular una Mesa Política cobra relevancia. Su eventual funcionamiento será clave para determinar si el PJ jujeño —o al menos los sectores que la intervención considere válidos— logra construir una síntesis que permita recuperar protagonismo y reconstruir el espacio bajo los términos del proyecto nacional. La militancia, mientras tanto, sigue reclamando participación real y decisiones consensuadas, no impuestas desde arriba.

Síntoma de una crisis mayor

El panorama se agrava en el norte argentino. En Salta, Jujuy y Misiones, el kirchnerismo perdió toda representación legislativa. Las intervenciones del PJ promovidas por Cristina Kirchner fracasaron, y los candidatos de La Cámpora quedaron lejos de los primeros puestos. El gobernador salteño Gustavo Sáenz fue contundente: acusó a Cristina de imponer candidatos sin consultar a las provincias y responsabilizó su estrategia por la derrota. “El PJ no es una pyme familiar”, escribió en redes.

El saldo político es devastador: pérdida de bancas, fractura interna y una de las peores elecciones del kirchnerismo en el norte argentino. En Jujuy, la falta de acuerdo entre Moisés y Chaher dejó al PJ tercero. En Misiones, los candidatos kirchneristas quedaron a más de veinte puntos del oficialismo y a casi treinta de los libertarios.

¿Reconstrucción o prolongación de la intervención?

La pregunta que queda flotando es si el PJ jujeño podrá reconstruirse desde una síntesis política real o si seguirá atrapado en una lógica de intervención, cálculo y maniobras. La militancia ya dio su veredicto: quiere carnaval, pero sobre todo, internas.